Más mentores,
menos modelos a seguir
Por: Juan D. Umaña
¿Existe una persona a la que realmente quieras parecerte? Podría ser alguien que conozcas personalmente, alguien sobre quien hayas leído o visto en la televisión o películas, o a quien conozcas de alguna otra manera.
Con esta pregunta, Antronette Yancey (profesora de la escuela de Salud Pública de la Universidad de California en Los Ángeles y asesora de la ex primera dama Michelle Obama) y sus colegas, Judith Siegel y Kimberly McDaniel, describieron cómo la selección de un modelo a seguir juega un papel importante en la construcción de identidad en un(a) joven. Y cómo, además, se relaciona con beneficios psicológicos, como el desarrollo de mecanismos de resiliencia, mayor autoestima, proyección de objetivos e, incluso, prevención de abuso de sustancias psicoactivas.
Un modelo a seguir personifica nuestras aspiraciones, desafíos y oportunidades en un campo de interés. Su trayectoria se convierte en un referente de éxito y superación personal que rompe esquemas y nos motiva a destacar en la sociedad. Es de esperar, entonces, que la selección de un modelo dependa de la exposición que tengamos a diversas historias de vida y a la representación que en ellas encontremos. Una labor en la que incluso los Premios Óscar se han embarcado para los próximos años, al establecer estándares de representación e inclusión en la pantalla gigante.
Iniciativas así no son fáciles de replicar en la ciencia. Mientras Hollywood puede permitirse crear historias, adaptar personajes o reescribir hechos en nombre de la inclusión; las desigualdades de género, raza y orientación sexual son narrativas arraigadas en la academia. Así también, las iniciativas de inclusión en la ciencia son difíciles de implementar frente al discurso de la meritocracia y frente a la tendencia de hacer invisibles a las personas detrás de las investigaciones.
Ahora, cuando hablamos de diversidad sexual en la ciencia, hablamos de una doble invisibilización. La primera nos acobija a todos los científicos y, ocurre cuando no logramos comunicar la relevancia de nuestro trabajo, con los nombres y rostros detrás de tal esfuerzo. La segunda, es provocada por el concepto erróneo del profesionalismo dentro de la misma ciencia, con el cual creemos eliminar los prejuicios y garantizar la objetividad. Lo que no notamos es que al separar nuestra vida personal de la laboral perpetuamos el aislamiento entre nuestros colegas, el temor a buscar o ser la representación que necesitamos. Y, de paso, fortalecemos la figura del científico como un ser indescifrable y del individuo diverso como un ser cuestionable.
Como resultado, las figuras académicas y LGBT+ son ejemplo sólo cuando llegan a las esferas más altas del conocimiento o popularidad, y esto tiene un precio. Jason Bird, Lisa Kuhns y Robert Garofalo, investigadores en Newark y Chicago, expresan su preocupación al respecto describiendo la tendencia de los jóvenes LGBT+, con modelos a seguir inaccesibles, a presentar mayor estrés psicológico que aquellos con modelos cercanos. Plantean que el modelo a seguir inaccesible puede convertirse en un recordatorio de que no tienen personas cercanas en su vida que les entiendan o acepten, exacerbando los sentimientos de aislamiento y soledad; a diferencia de los modelos próximos, como padres y profesores, que pueden brindar espacios seguros de expresión y consejería.
La representación e inclusión en la ciencia no se trata únicamente de que las minorías lleguen cada vez más lejos. Para muchos, crecer sin referentes académicos o LGBT+, nos obligó a cuestionarnos cada concepto de lo que significaba ser diversos o científicos, balanceándonos entre estereotipos y expectativas que sólo agudizaron la presión sobre nuestro trabajo.
La verdadera representación está en la cotidianidad, en lograr la visibilidad suficiente para encontrar apoyo en colegas y para ser los investigadores íntegros que valoran a las personas, tanto como a su trabajo. Cuando reconozcamos el potencial que tenemos entre pares para inspirarnos y cuando cambiemos las aspiraciones por las colaboraciones, seremos capaces de dar el siguiente paso: ser mentores.
Referencias:
AMPAS. (2020). Academy establishes representation and inclusion standards for Oscars® eligibility. Recuperado de
Bird, J. D., Kuhns, L., & Garofalo, R. (2012). The impact of role models on health outcomes for lesbian, gay, bisexual, and transgender youth. Journal of Adolescent Health, 50(4), 353-357.
Carvajal, A. (2019). La meritocracia es un hoyo negro. Columna de Opinión. Todo es Ciencia. Recuperado de
Underhill, V. (2013). Queer Science: LGBT Scientists Discuss Coming Out at Work. Recuperado de
Yancey, A. K., Siegel, J. M., & McDaniel, K. L. (2002). Role models, ethnic identity, and health-risk behaviors in urban adolescents. Archives of pediatrics & adolescent medicine, 156(1), 55-61.