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Actualizado: 30 abr 2023

Escrito por Jessica Paola Ramírez García


La equidad de género busca avanzar y prevalecer como la nueva normalidad para dar libertad de vida, sin juicios, sin críticas de fondo acerca de nuestra capacidad o habilidad de ser lo que queramos ser. Las mujeres de esta generación hemos aprendido a levantar la voz, contribuyendo con ideas propias y poniéndolas en práctica, rompiendo con el estereotipo de que la ingeniería es solo para hombres.


Mi nombre es Jessica, y hoy te cuento mi experiencia sobre cómo llegué a ser Ingeniera Eléctrica.


Todo empieza desde que era pequeña, con la curiosidad propia de esa edad y con el empeño de saber cómo envían la energía para encender un foco, no importó que usaran palabras y dibujos para que yo pudiese entender, jamás fue suficiente, yo deseaba ver en la vida real cómo funcionaba un foco... En realidad deseaba ver cómo funcionamiento todo.


Es así que empecé mi camino, en el colegio tuve la oportunidad de estudiar una especialidad en la que mi entorno fue mayoritariamente masculino, siendo la única mujer de mi curso en la especialidad de Físico-Matemático. Tiempo después ingresé a la universidad, pese a que mi familia me advirtió que no encontraría otras mujeres en la carrera de Ingeniería Eléctrica; gratamente encontré varias compañeras que demostraron la creciente participación de las mujeres interesadas en las especialidades técnicas.


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Durante esta etapa de mi vida me encontraba bajo constante búsqueda para ampliar mis habilidades, buscando involucrarme en grupos de investigación y siendo parte de procesos de programación en competencias. Las oportunidades dentro del campo de la ingeniería se presentan todo el tiempo, pero para alcanzarlas se debe hacer un esfuerzo extra para adquirir las habilidades que van a destacar tu perfil entre el de los demás. Por este motivo me uní al IEEE (Institute of Electrical and Electronics Engineers) y al PES (Power & Energy Society), dos iniciativas que tienen como objetivo poner la ingeniería al servicio de la humanidad, y que permiten a sus miembros ganar experiencia en competencias reales entre universidades; formando grupos de trabajo con diversas opiniones, capaces de trabajar bajo presión y multifacéticos, todo esto desarrollado desde la inteligencia emocional. Toda la experiencia que adquirí en estos encuentros tomó tiempo, errores y aciertos, y me llevó a evolucionar en una mejor versión de mi misma como persona y profesional.


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Tuve la grandiosa oportunidad ser parte de varios proyectos que recuerdo con gran cariño. Pude compartir con niños y niñas de comunidades, fui parte de espacios donde el conocimiento se transformó en sueños, donde el anhelo por estudiar y superarse surgió desde el juego, donde los pequeños y pequeñas hablaban sobre crecer y no dejar de estudiar y aprender. Pude presenciar y ser parte de la experiencia de niñas que se atrevieron a cortar cables, cortar madera, a cuestionarse si querían ir al curso de cocina o al taller de carpintería o electricidad... Pude vivir la libertad del pensamiento y la libertad de creer y crear...


He podido ser parte de grupos de estudiantes que con trabajo duro y mucha vocación realizaron ferias de Ingeniería Eléctrica en universidades, estudiantes que construyeron sus propios prototipos, que organizaron competencias y que se atrevieron a ir más allá de lo que se esperaba de ellos... Cada paso hizo de mí una persona segura, una personas que no teme hablar, una persona que no teme expresarse y que es capaz de ejecutar cualquier idea.


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Una vez que culminé mis estudios me incorporé a la vida laboral, y allí he encontrado varios retos que van desde ser parte de empresas que cuentan con espacios de aseo solo para hombres, pasando por tener ropa de trabajo solo mis compañeros, hasta encontrarme ante opiniones divididas sobre la participación de mujeres en el campo de la Ingeniería Eléctrica, e incluso constantes comentarios asumiendo que soy débil por ser muy femenina o muy joven para el trabajo de campo. Pero no todo es malo, también he encontrado el apoyo de profesionales con experiencia nacional e internacional que están a favor de la equidad e igualdad, y creen en la inclusión sin hacer distinción alguna de su género. Pude conocer otras ingenieras que pese al miedo al rechazo, han mantenido sus ideales y se han hecho cada vez más fuertes, creativas e innovadoras... Mujeres que han forjado su carácter y aman su trabajo... Mujeres que se aman a sí mismas mientras aman lo que hacen.


Es verdad que la mujeres tenemos debilidades como cualquier ser humano, pero somos perseverantes, pacientes y tolerantes. Estamos impulsando un cambio basado en fuerza, capacidad e inteligencia. Las Ingenieras Eléctricas tenemos la oportunidad de transformar la energía para encender no solo un foco, sino una red que ilumine el mundo entero; sí, hay dificultades, pero somos generadoras de ideas y somos capaces de superar cualquier reto que nos pongan en frente. Cada generación de ingenieras ha dejado un legado, y es obligación de nuestras generaciones continuarlo, y así un día alcanzar un mundo donde las mujeres puedan desenvolverse en espacios llenos de respeto, justicia, equidad e igualdad.


Por un mundo con más niñas, jóvenes y mujeres en la ciencia... ¡Arriba el 11F!

 
 
 

Actualizado: 30 abr 2023

Escrito por Marianela Mariño, Gabriela Pazmiño y Tamia Villacrés


El proyecto BIO-GEEC (consorcio alemán-ecuatoriano sobre biodiversidad) inició a raíz de la cooperación entre investigadores de las universidades alemanas de Bonn, Münster, Hamburgo, el Instituto Leibniz, y las universidades ecuatorianas de las Fuerzas Armadas ESPE, Técnica del Norte UTN, Regional Amazónica IKIAM y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador PUCE. Esta cooperación permitió unir fuerzas para proponer un proyecto macro cuya finalidad sería trabajar por la biodiversidad ecuatoriana.


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Lanzamiento de BIO-GEEC dentro del programa CoCiBio. Fotografía tomada de archivos de INABIO.

Se receptaron 70 propuestas dentro del Programa Alemán-Ecuatoriano de Cooperación en Investigación sobre Biodiversidad y Cambio Climático (CoCiBio), en junio 2019 se llevó a cabo un evento donde se anunciaron los tres proyectos ganadores, y para octubre-noviembre del mismo año iniciaron a ejecutarse. Sin bien cada una de las ocho universidades participantes trabaja en áreas de investigación distintas, su objetivo general es la implementación de una base de datos con información genética de las especies más relevantes en Ecuador.


El equipo de la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE (HANS-BANK) trabaja con semillas andinas. Es liderado por María Claudia Segovia, Ph.D., docente e investigadora con gran experticia en la conservación de los ecosistemas altoandinos, hecho que le ha permitido direccionar los objetivos para aportar a la escasa información disponible sobre nuestros páramos. Además, cuenta con el apoyo de Marianela Mariño a nivel técnico y logístico tanto en el laboratorio como en el proyecto en general.


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Equipo BIO-GEEC de la ESPE trabajando en la recolección de semillas de importancia ecológica en el Parque Nacional Cayambe-Coca.

Involucró a cinco tesistas: Gabriela Pazmiño, Michelle Santillán, Tamia Villacrés, Zaskya Valencia y Cinthya Jiménez, cuyos trabajos de investigación se centraron en diferentes familias de plantas del páramo del Parque Nacional Cayambe Coca, cubriendo un gran rango de especies importantes en el funcionamiento de los páramos. También contó con el apoyo de varios pasantes, en su mayoría mujeres; y que son quienes han ayudado en la recolección de muestras de semillas durante las salidas de campo. El hecho de que nuestro equipo esté conformado por mujeres no ha supuesto un reto para la consecución de los objetivos planteados, sino por el contrario, la pasión y compromiso mostrado se refleja en el arduo trabajo físico requerido para recolectar las muestras en campo y bajo duras condiciones climáticas.


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Todo el equipo trabajando en la recolección de semillas bajo duras condiciones climáticas.

En un inicio nos costó adaptarnos al trabajo en campo ya que como biotecnólogas muchas veces estamos acostumbradas únicamente al trabajo de laboratorio; pero con el tiempo entendimos que la toma de muestras en campo se complementa con su análisis posterior en el laboratorio. Hoy en día, aunque continuamos pasando mucho frío en las visitas a los páramos, disfrutamos de esta oportunidad de aportar a la conservación de tan preciados ecosistemas. Las salidas de campo no solo han sido un espacio de trabajo, nos han permitido compartir y disfrutar del descanso, paz y tranquilidad que los páramos ofrecen. Nos han hecho valorar mucho más los recursos naturales, y apreciar la fragilidad de estos ecosistemas a los que no les damos la importancia que merecen; no solo por su biodiversidad sino por ser fuentes de agua.


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Especies vegetales con las que se ha trabajado: superior izquierda: Rubus coriaceus, superior derecha: Monticalia arbutifolia, inferior izquierda: Valeriana microphylla e inferior derecha: Disterigma empetrifolium

Uno de los mayores retos que afrontamos fueron las restricciones y complicaciones que trajo consigo la pandemia. En varias ocasiones a pesar de contar con las muestras vegetales colectadas en días pasados, los laboratorios permanecían cerrados hasta semanas después. Esta complicación en la preservación y procesamiento de las muestras, hizo que montemos nuestro propio laboratorio en casa con los medios y recursos disponibles, todo con la finalidad de evitar perder las semillas recolectadas.


Gracias a todo este esfuerzo dimos los primeros pasos y logramos obtener resultados preliminares sobre la morfología de las semillas; obteniendo información como peso, dimensiones, tipo de testa, tipo de embriones o caracterización de las estructuras de dispersión. También hemos desarrollado protocolos de germinación y viabilidad en diferentes familias vegetales de importancia ecológica para los páramos. Se han estudiado las familias Asteraceae, Caprifoliaceae, Ericaceae, Rubiaceae y Rosaceae, definiendo ciertos rasgos físicos de las semillas recolectadas, aportando al diseño de programas de conservación. Toda la información obtenida, junto con los lotes de semillas estudiadas, fueron finalmente ingresadas al banco HANS-BANK.


A la par participamos de varias actividades académicas: taller de verano realizado en IKIAM, congresos internacionales Botany 2021 e iDigBio, talleres internacionales, simposio de cierre con la presentación de pósters científicos y charlas, y demás actividades de socialización con otras universidades. Estas participación nos permitieron adquirir nuevos conocimientos y conectar con científicos interesados en nuestra línea de investigación.


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HANS-BANK: primeras accesiones de semillas conservadas en el banco de semillas.

Nuestros planes a futuro son continuar investigando con las especies vegetales del páramo y contribuir al desarrollo del banco de semillas HANS-BANK, que si bien aún es un banco pequeño, estamos seguras que se convertirá en un recurso para salvaguardar las especies vegetales de este tipo de ecosistemas vulnerables a las actividades antropogénicas y al cambio climático. Nuevos estudiantes se incorporarán a este proyecto, y estamos dispuestas a recibirlos para continuar formando científicos comprometidos con la conservación.


La participación de mujeres en la conservación es fundamental, y no por su rol maternal, sino porque es constituimos el 50% de la población pensante, que debe y merece ser partícipe de la toma de decisiones y acciones en pro del ambiente; de hecho, son mujeres quienes lideran acciones de conservación en la ruralidad, con organizaciones y agrupaciones de pregrado y profesionales ligadas a la academia.


Vivimos en un mundo en el que cuando hablamos de aprendizaje y ciencia no imaginamos precisamente a las mujeres como parte de este escenario; BIO-GEEC ha mostrado que esto está muy alejado de la realidad rompiendo prejuicios y estigmas presentes dentro de la academia y la sociedad en general. Hemos probado ser un equipo que trepa montañas, se sacude el fango y continúa adelante, nos respaldamos y ayudamos mutuamente en los trabajos que cada una debía cumplir; y así conocimos el valor de la sororidad.


Fuentes consultadas:

Primack, R., Corlett, R., Fischer, M., Gill, A.,Lockwood, J., Metzger, J., Soderstrom, B., Sodhi, N. . (2010). Empowering women facilitates conservation. Biological Conservation. doi.10.1016/j.biocon.2010.02.014

Poor, E., Imron, M., Novalina,R., Shaffer, J., Mullinax, J. (2021). Increasing diversity to save biodiversity: Rising to the challenge and supporting Indonesian women in conservation. Conservation Science and Practice. doi.org/10.1111/csp2.395


Crédito fotografías:

Marianela Mariño y Gabriela Pazmiño

 
 
 

Actualizado: 30 abr 2023

Escrito por Roberto Sánchez


En general, la distinción entre estos conceptos no es clara. Incluso se los toma como sinónimos. Este mal entendido conceptual trae profundas implicaciones, en especial porque la sociedad contemporánea está mediada por la tecnología. Siguiendo a Vieira (2008), el término «tecnología» se usa de cuatro formas diferentes. «Tecnología» como estudio o discusión de la técnica, es decir, el «logos de la técnica». En segundo lugar, «Tecnología» identificando a tecnología y técnica. En tercer lugar, «tecnología» como conjunto de técnicas que dispone una sociedad en un espacio y tiempo específicos. Y, por último, tecnología como la ideología de la técnica. Cada referencia pone en juego la distinción conceptual entre tecnología y técnica. Pero lo que parecería coincidir es que la tecnología supone la técnica. ¿Es suficiente para diferenciar la técnica y tecnología?


Con el fin de desanudar este nudo gordiano, en primer lugar, haré una caracterización de la técnica y a continuación, haré una reconstrucción del desarrollo histórico de la técnica hasta que, en la Modernidad, desembocó en la tecnología. Por último, se caracterizará la relación de la tecnología con la ciencia.


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Si partimos del supuesto que la técnica es inherente al estatuto ontológico del ser humano, Ortega y Gasset, diría que el hombre está sumergido en medio de sus necesidades, pero debido a su particular ontología puede aplazarlas. Es decir, las personas frente a sus circunstancias son capaces de inventar y actuar y, al momento que actúa, modifica la naturaleza. Con este acto poiético, el ser humano hace aparecer en el mundo aquello que no hay. La poiesis se revela entonces como acto técnico. La técnica, por lo tanto, son los actos que llevan al hombre a formar una nueva naturaleza que le sirve de cobija para enfrentarse a la naturaleza primera. Y si la técnica constituye un nódulo central en la estructura ontológica del ser humano, no hay hombre sin técnica.


Entonces, la estructura ontológica hace del ser humano un «centauro» que pulula entre dos estadios: pertenece a la naturaleza, pero no está en conformidad con ella. Su deseo de bienestar, existencia y proyecto de vida están arrojados en y contra la naturaleza, por lo que forma parte de dos mundos: uno interior o «extranatural» y otro exterior o «natural». Mundos que están en constante conflicto. Para armonizarlos, el hombre impone el primero al segundo. Ortega defina la técnica como «la reacción enérgica contra la naturaleza o circunstancia que lleva a crear entre ésta y el hombre una nueva naturaleza puesta sobre aquélla, una sobrenaturaleza» (Ortega y Gasset, 1964). El objetivo de construir tal sobrenaturaleza es darse bienestar. La técnica, pues, adapta la naturaleza a la voluntad del hombre y, por ende, es un ser que debe fabricarse continuamente, una obra siempre en proceso.


La técnica es parte esencial de las personas y como tal, de su naturaleza que está sujeta al desarrollo histórico. Las circunstancias son diferentes en cada tiempo y espacio. Un estudio de la historia de la técnica es una forma de aproximación a aquello que define el espíritu de cada sociedad. Es decir, el acto técnico es diferente en la antigua Grecia y en la Edad Media. Por lo tanto, es válido preguntar: ¿Qué tipo de técnica se desarrolla en la época moderna?


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El acto técnico en la Modernidad ubicó a las cosas como objetos al servicio de un sujeto. Esto queda patente al momento que la Modernidad, como proyecto sociocultural, rompió con el antiguo edificio metafísico de la Edad Media. Se propone así una ontología dualista/mecanicista que tiene a la razón y no a la fe, como el mejor modo de conocimiento. Ya no es el objeto el que prima sobre el sujeto; al contrario, el sujeto se coloca al centro del conocimiento. Sousa (1998) ilustra esta intención con lo que él llama el «pilar de la emancipación» y el «pilar de la regulación», que exponen el ideal de autonomía y de confianza absoluta en la razón. Con estos presupuestos, la Modernidad propone un progreso sin límites que tiene al progreso científico como punta de lanza.


La técnica moderna, siguiendo a Heidegger, se desvela como «un provocar que pone a la naturaleza en la exigencia de liberar sus energías, que en cuanto tales pueden ser explotadas y provocadas» (Heidegger, 2003). Esta exigencia diferencia la técnica de la tecnología y podemos advertirlo al recorrer históricamente el paso de la técnica a la tecnología. Tal tránsito fue propiciado en el siglo XVI con la nueva concepción del conocimiento que unió verdad y utilidad. La perspectiva de Bacon, compartida después por Descartes y Galileo, enfatizó que conocer es experimentar e intervenir en la Naturaleza. El objetivo de la ciencia se vinculó directamente con la dominación de la Naturaleza. Esta visión fue posible gracias a que se reconoció la importancia de la técnica para el conocimiento directo y objetivo de la Naturaleza. Además, se valoró positivamente los procedimientos e instrumentos de los artesanos. Ejemplos de artefactos que tuvieron y tienen gran utilidad para la ciencia son la brújula, el reloj mecánico, la imprenta, la pólvora. Estos instrumentos técnicos cambiaron la forma de observar la Naturaleza. La observación/contemplación se transformó en observación instrumental. Así pues, en la Modernidad, conocer se entendió como intervenir, operar y experimentar en la Naturaleza con el fin de dominarla.


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El gesto es paradigmático: cuando Galileo aceptó datos empíricos obtenidos por la mediación del telescopio, reemplazó la contemplación por la observación instrumental. Y en ese preciso punto, apareció la investigación científica y la metodología experimental (Quintanilla, 2012). Pero la «fe» ciega en el concepto de «progreso infinito» de la Modernidad no permitió ver sus contradicciones. El uso de la razón medios-fines transfiguró el ideal ilustrado del máximo bienestar común hasta el punto en que se entendió «progreso» relacionado al bienestar económico y al crecimiento económico. El hombre moderno se definió como un ser racional cuya confianza absoluta en el método científico le permitía dominar la Naturaleza a través de la tecnología.


Desde esta primera aproximación, se entiende por tecnología al conjunto de conocimientos, con base en la ciencia, que permite describir, explicar, diseñar y aplicar recursos técnicos a problemas prácticos de manera sistemática y racional (Quintanilla, 2012). Por técnica, en cambio, se entiende al conjunto de conocimientos y habilidades cuya utilidad es resolver problemas prácticos. En la transvaloración de la relación entre técnica y ciencia se halla el carácter determinante de la tecnología, por lo que esta es inseparable de la ciencia. Es decir, la tecnología supone una relación de subordinación respecto de la ciencia. La tecnología, como el nuevo logos de la técnica, logra una mayor eficiencia al primero desarrollarse la ciencia. En otras palabras, si tecnología es un modo de técnica, aquella se diferencia por la complejidad de sus procedimientos, conocimientos y resultados.


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La definición de tecnología propuesta supone al menos dos ideas básicas: primero, la dependencia de la tecnología de otros conocimientos, específicamente, de conocimientos científicos. En segundo lugar, la utilidad de la tecnología expresada en el carácter material de sus productos. La primera idea, a su vez, implica que las teorías científicas son previas a cualquier tecnología. De ahí que es factible afirmar la neutralidad valorativa de la tecnología, pues esta es la aplicación útil de teorías científicas. Sin embargo, ¿la tecnología es valorativamente neutra?; y, por otra parte, ¿qué consecuencias tiene adoptar tal visión? A raíz de esta problemática, se apuntalan dos visiones de la tecnología: determinismo tecnológico y tecnocracia. El primero señala la amenaza de la autonomía de la tecnología; la segunda respalda la ausencia de control y, por consiguiente, destaca las bondades de la tecnología para resolver problemas prácticos (García, et al., 2001, pp. 39-41).


Por todo lo anterior, se puede afirmar que la ciencia y la tecnología constituyen puntos de acceso privilegiados para la comprensión de la sociedad de hoy en día. Debido al extenso campo que constituye lo científico y lo tecnológico y sus respectivas relaciones, se debe optar por una dirección. La delimitación conceptual de la técnica y la tecnología propone, por un lado, a la tecnología como objeto de conocimiento que requiere una reflexión epistemológica. Es decir, la tecnología es el modo actual mediante el cual el hombre se relaciona con la naturaleza y con los otros. En efecto, la tecnología es un objeto que exige un esclarecimiento teórico. Solo así se puede descubrir bajó qué supuestos y criterios se considera a la tecnología dentro de determinada sociedad, cómo esta incide en la resolución de problemas prácticos y cómo influye en la existencia del hombre. Además, con una clara delimitación conceptual se desvela la ideología implicada en la tecnología.


Una consciencia crítica, en consecuencia, debe considerar los procesos históricos y poner de manifiesto las fuerzas que modelan el entorno, siendo la tecnología uno de los puntos centrales. Ahí radica la dificultad del concepto de tecnología, pues se inserta como esencia específica del hombre, un modo de actuar y de relacionarse entre iguales y con la Naturaleza. La tecnología también descubre qué tipo de objetivos impulsan a la sociedad, a la vez que supone un modo de conocer y, en última instancia, de ser. Caer en delimitaciones ingenuas como la tecnocracia o en el determinismo es caer en los extremos. El estudio de la tecnología. Por lo tanto, primero se debe comprender el espíritu de la época. Segundo, tener en cuenta al individuo y sus relaciones en la sociedad y con la Naturaleza. Por último, entender los presupuestos sobre los cuales se levanta el edificio del conocimiento.


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La consciencia crítica debe tratar los presupuestos de la ciencia. Si la relación entre tecnología y ciencia es tan fuerte como se ha propuesto y si la tecnología es producto de una ciencia aplicada o básica, entonces una forma complementaria de estudiar lo social es mediante los productos de la ciencia: tanto las teorías científicas como la tecnología. La evaluación de teorías, lo supuestos epistemológicos, la comunidad científica y las instituciones que avalan la ciencia se convierten en fértiles campos de estudio. Un adecuado estudio de lo tecnológico debe pasar por un correcto estudio de lo científico. A partir de estas premisas, se observa la importancia de los estudios metacientíficos. La disciplina que debe abordar tales estudios es la filosofía de la ciencia, pues pone en juego a la evaluación de los modelos teóricos y delimita los objetos que pertenecen al conocimiento científico y la respectiva interpretación dentro de las teorías científicas.


La conjunción de ciencia y tecnología configuran nuestro entorno. Definir, esclarecer, delimitar y criticar estos conceptos se convierten en primordial, pues al entender cómo están estructurados y cuáles son sus límites, se pueden abordar las diferentes problemáticas, sean en lo político, lo social o lo económico.


Fuentes conultadas:

Aibar, E., & Quintanilla, M. Á. (2012). Ciencia, tecnología y sociedad. Madrid: Trotta.

García, E., Gonzáles, J., López, J., Luján, J., Gordillo , M., Osorio, C., & Valdés, C. (2001). Ciencia, Tecnología y Sociedad: una aproximación conceptual. Madrid: Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Heidegger, M. (2003). Filosofía, Ciencia y Técnica. Santiago de Chile: Editorial Universitaria

Ortega y Gasset, J. (1964). Obras Completas (Vol. V). Madrid: Revista de Occidente

Sousa Santos, B. (1998). De la mano de Alicia. Bogotá: Uniandes.

Vieira, A. (2008). O conceito de tecnologia. Río de Janeiro: Contraponto.

 
 
 
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