Escrito por María del Carmen Vizcaíno-Barba
La especie de rana jambato es una especie icónica. Pasó de ser muy abundante a desaparecer por completo en poco tiempo, hasta ser considerada extinta desde finales de la década de los ochentas sel siglo anterior. Afortunadamente, el 21 de abril de 2016, David Jailaca, un niño de la parroquia de Angamarca, provincia de Cotopaxi, encontró un espécimen en un cultivo de alfalfa de su casa. Este redescubrimiento representa la esperanza de recuperar a las especies desaparecidas. Desde entonces, el Centro Jambatu de Investigación y Conservación de Anfibios, inició un programa de cría en cautiverio para esta especie, pero no se había explorado el estado de la población local.
En 2021, como resultado de un estudio socioambiental realizado por María del Carmen Vizcaíno-Barba como tesis de maestría en Estudios Socioambientales de FLACSO Ecuador, se dio inicio a un proyecto de conservación in situ que involucra cuatro componentes: investigación, educación, comunicación y conservación. En la primera fase del proyecto se realizaron intervenciones de educación ambiental en diferentes comunidades, dirigidas a un amplio público meta, que lograron una participación activa de la comunidad y evidencian un alto interés en la conservación del jambato. Hubo también un diagnóstico ecológico de la localidad, que incluyó la identificación de hábitats y potenciales amenazas para la especie.
Los hallazgos muestran que el área está fuertemente influenciada por actividades humanas, con alta fragmentación de formaciones arbustivas, contaminación de algunos cursos de agua y presencia de truchas arcoíris y del hongo quítrido a lo largo de la microcuenca del río Guambaine, causante de una enfermedad que se convirtió en una pandemia para los anfibios en las décadas de los ochenta y noventa. Hasta el momento se han encontrado menos de 100 individuos, incluyendo renacuajos, lo que evidencia la situación crítica de esta especie. Pero los diferentes estadíos de vida encontrados también sugieren la presencia de eventos de reproducción que aumentan la esperanza de que esta especie se esté recuperando. Llama la atención que la mayor abundancia se encuentra dentro del mosaico agropecuario, aunque también, cerca de ríos o arroyos cristalinos. Esto nos sugiere que, de alguna manera, el jambato ha logrado adaptarse a vivir estrechamente con el ser humano, pero también, que los ecosistemas se mantienen en condiciones relativamente saludables para que pueda hacerlo.
Para la continuidad del proyecto, ha sido clave la creación de la Alianza Jambato una coalición multi actor, que fortalece la interdisciplinariedad del equipo, así como la suma de esfuerzos de, actualmente, más de 20 instituciones nacionales e internacionales. Mediante esta estrategia buscamos darle sostenibilidad al trabajo iniciado y promover acciones de conservación efectivas. Para esto, el GAD parroquial de Angamarca es un valioso aliado, pues ha demostrado su compromiso a través de la emisión de una resolución para la conservación de esta especie, en la cual lo declara como un emblema de la parroquia y establece su hábitat como el “Santuario del Jambato”. Este instrumento es un avance en la conservación de esta especie y ahora nos encaminamos hacia su implementación. Con la información científica de base y gracias a Re:wild y la Iniciativa de Supervivencia Atelopus, otros de nuestros aliados, también hemos propuesto la declaración de esta microcuenca como Área Cero Extinción (AZE); y evaluamos el Estado Verde de la especie, que fueron aprobados y pronto serán publicados.
Actualmente, Alianza Jambato desarrolla una nueva fase de investigación, enfocada en monitoreos estandarizados para conocer la densidad poblacional de la especie en la zona; y la implementación de estrategias de conservación en conjunto con la comunidad, dando cuenta de las necesidades sociales, ambientales y económicas de los habitantes. Algunas de las estrategias a explorar son el turismo académico, comunitario y de naturaleza; el rescate de la cultura local y las prácticas agroecológicas tradicionales; y la inclusión y fortalecimiento de capacidades en el ámbito educativo.
La historia del jambato nos invita a tomar conciencia para generar acciones frente a la crisis de la biodiversidad que afecta particularmente a los anfibios a nivel global. Es por esto que a través de esta propuesta integradora e intercultural de conservación hemos logrado colocar al jambato como una especie bandera y un embajador de las especies amenazadas, de modo que nos permita también sensibilizar a la gente sobre la importancia de toda la biodiversidad. Mediante nuestro trabajo hemos confirmado que la participación activa de las poblaciones humanas es fundamental cuando hablamos de conservación de la naturaleza. En el caso de Angamarca, el genuino interés de sus habitantes en conservar al emblemático jambato nos permitirá darle una segunda oportunidad.
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