El pasado 19 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de Concienciación sobre las Mordeduras de Serpiente, una ocasión para visibilizar una de las crisis de salud más importantes en el mundo. Se estima que anualmente 4 millones de personas sufren este tipo de accidentes, ocasionado entre 80 mil y 138 mil muertes y que afecta principalmente a poblaciones de zonas tropicales. Por este motivo, el envenenamiento por mordedura de serpiente es considerado como una enfermedad tropical desatendida de alta prioridad por la Organización Mundial de la Salud.
Varios autores la han descrito como la enfermedad de la pobreza y la mayor crisis oculta a nivel global, debido a su impacto y frecuencia en zonas de escasos recursos, donde existe dificultad de acceder a un tratamiento médico adecuado. Un caso en Latinoamérica es el de la cuenca amazónica, en donde las comunidades conviven con una gran diversidad de serpientes venenosas. Sin embargo, es común que no se encuentre personal ni infraestructura adecuada para atender a las víctimas de envenenamiento. El lapso de tiempo hasta iniciar el tratamiento es un factor crítico, pudiendo evitar secuelas graves como la amputación de una extremidad.
El antiveneno es el fármaco validado clínicamente para el tratamiento de pacientes que han sufrido este tipo de accidentes. En algunos países de la región como Ecuador, en el sistema de salud pública se puede encontrar el medicamento. Cabe aclarar que el acceso al antiveneno es restringido y puede ser administrado únicamente por personal de salud capacitado en centros médicos. Esto permite controlar la evolución del paciente, puesto que el uso del fármaco puede generar reacciones alérgicas. Sin embargo, implica también que el tratamiento pueda iniciar solamente a la llegada de la víctima a un hospital. Lo último representa una desventaja considerando que en localidades donde estos accidentes son frecuentes, llegar a centro médico puede llevar horas e incluso días. Además, el tratamiento puede ser costoso. De hecho, en la actualidad se produce apenas la mitad de antiveneno necesario para abastecer a todos los países en donde se requiere. Para la producción de este fármaco se utiliza tecnología implementada en el siglo 19 pudiendo ser poco efectiva y costosa.
Considerando estos antecedentes, la OMS ha trazado un plan estratégico para disminuir el impacto de esta enfermedad. Este plan involucra cuatro ejes fundamentales: educación a las comunidades, investigación y desarrollo, mejora del sistema de salud y fortalecimiento de alianzas y coaliciones para obtener recursos. La investigación es clave para la identificación e implementación de nuevos tratamientos más efectivos, accesibles y con costos menores. Sin embargo, representa solo una parte de la ruta demostrando la importancia de la articulación de la ciencia con otros sectores.
Es necesario contar con personal médico capacitado para atender emergencias. El apoyo de empresas y recursos privados también es crucial, con el fin de crear la producción de antiveneno sostenible y que no dependa de políticas públicas. Y por supuesto, la educación a las comunidades es una herramienta poderosa para prevenir los accidentes con serpientes venenosas. Con pequeñas acciones como el uso de protección adecuada en actividades de agricultura, se podría reducir el riesgo de posibles accidentes. Además, es importante educar para eliminar concepciones e informaciones erradas acerca de las serpientes venenosas. Estos animales mantienen las poblaciones de roedores controladas e inclusive se han obtenido moléculas de interés médico al estudiar su veneno, como el captopril.
Aunque en los últimos años se han dado grandes avances en el tema, aún resta mucho por hacer. Por ejemplo, datos recientes indican que la actual pandemia tuvo un impacto negativo en la prevención y cuidado de pacientes de mordedura de serpiente, incrementando la morbilidad y mortalidad. Aún resta comprender las implicaciones de esta enfermedad en poblaciones vulnerables. Que, para un agricultor, una mordedura podría significar una amputación, dificultando que cumpla con sus labores y llevando a su familia a continuar en un ciclo de pobreza. Aún resta entender que para solventar varios problemas de salud pública se debe ir más allá de los aspectos médicos e involucrarse en temas sociales. Es por esto que la visibilización de esta y otras enfermedades desatendidas es un paso enorme para combatirlas.
Para más información puedes visitar las siguientes páginas:
Fuentes consultadas:
Harrison, Robert A., et al. "Snake envenoming: a disease of poverty." PLoS neglected tropical diseases 3.12 (2009): e569.
van Oirschot, J., Ooms, G. I., Waldmann, B., & Kadam, P. (2021). Snakebite incidents, prevention and care during COVID-19: Global key-informant experiences. Toxicon: X, 9, 100075.
Babo Martins, Sara, et al. "Snakebite and its impact in rural communities: the need for a one health approach." PLoS neglected tropical diseases 13.9 (2019): e0007608.
Harrison, R. A., Hargreaves, A., Wagstaff, S. C., Faragher, B., & Lalloo, D. G. (2009). Snake envenoming: a disease of poverty. PLoS neglected tropical diseases, 3(12), e569.
The Telegraph. 2021. Snakebite: the race to find a universal antivenom. [online] Available at: <https://www.telegraph.co.uk/news/snakebite-and-antivenom/> [Accessed 21 September 2021].
IAVI. 2021. Snakebite. [online] Available at: <https://www.iavi.org/our-science/snakebite> [Accessed 21 September 2021].
Imágenes:
ALLBIOTECH
The Telegraph
Nature
Instituto Clodomiro Picado
World Health Organization
Commentaires